Además, tener un "Plan B" en nuestro proyecto/empresa, hará que seamos capaces de reaccionar de manera más eficiente cuando se produzca un cambio en el entorno (el cuál está en constante cambio y su características más subrayadas son la inestabilidad, la incertidumbre y la turbulencia) que nos afecte directamente.
La diferencia entre poseerlo y no, es la seguridad con la que afrontaremos una situación, el no quedarnos en blanco o sin margen de maniobra.
Un ejemplo claro sería el de un evento al aire libre. Por muy complicado que parezca, siempre se puede tener una vía de escape ante la probabilidad de que algo inesperado te alcance (como la lluvia, entre otros). Posiblemente no se pueda subsanar, pero al menos tener un protocolo de cancelación, dejando una apariencia de orden y atando los cabos que pueda originar el contratiempo. Y así con cualquier cosa.
Mi opinión es que sirve no solo para la empresa en sí, sino para todo. Todo buen profesional debe trabajar con una planificación, con un objetivo y tener alternativas por si hay que adaptarse y cambiar.
Otra ventaja será la de detectar nichos o nuevos modelos al que acoplar nuestra empresa o proyecto y así sacarle más rendimiento.
La clave está en que, ante cualquier cosa, debemos tener listo un plan que nos permita reducir al máximo (todo lo que sea posible) la improvisación, la cuál es la que en muchas ocasiones nos hace fracasar por dejarnos en blanco y sin margen de respuesta.
Os dejo un artículo de Reid Hoffman, fundador de linkedin, que me ha parecido buenísimo!
Un saludo,
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